sábado, 25 de abril de 2009

Padre Roberto Barchietto: “La gente tiene necesidad de un Dios vivo, que ama, no que castiga”

El Padre Roberto Barchietto dialoga con dos laicos colaboradores del encuentro, mientras recorrió el predio colmado de personas provenientes no solamente de nuestra ciudad sino también de la región.
La cantidad de público permaneció casi invariable a lo largo de toda la jornada religiosa del domingo que se extendió por varias horas, concluyendo aproximadamente a las 19.
El Padre Barchietto en el acto de imposición de las manos, uno de los momentos más intensos de la celebración realizada el domingo pasado en nuestra ciudad.
En un hecho casi inédito en nuestra ciudad una multitud colmó el gimnasio y el predio cercano en el complejo municipal el domingo pasado.


El religioso alertó que “como sociedad, hemos perdido el hábito de escuchar”. Lamentó que se busque que todo sea “light” y que “no nos comprometamos como familia en el club, en el colegio o en la parroquia”.



El Padre Roberto Atilio Barchietto (54) pertenece a la diócesis de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe. Fue ordenado sacerdote en 1994, a los 39 años.
Desde ese momento cumplió su misión pastoral en la parroquia Santísima Trinidad de Rufino, luego en Santa Isabel de Hungría en la localidad de Elortondo, posteriormente en Santa Rosa de Lima de Cafferata y por último, desde el 11 de enero de 2001 se encuentra en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Carmen, siempre en la provincia de Santa Fe.
DEMOCRACIA mantuvo un diálogo exclusivo con este sacerdote, que hasta los 13 años imaginaba que iba a ser policía o bombero, pero tras culminar sus estudios primarios en una escuela pública, sus padres decidieron que él y su hermana tuvieran una formación integral por lo que fueron enviados a la escuela de los frailes menores capuchinos, en el barrio de Pompeya, Capital Federal.
Ese fue su encuentro con la vocación religiosa que comenzó a hacerse carne en este hombre que hoy es reconocido como uno de los referentes más destacados del movimiento carismático. Allí inició su búsqueda de Dios.
Desde ese momento, nunca más se apartó de la vida religiosa y de la actividad pastoral y parroquial.

El movimiento carismático

Explicó el religioso que “el movimiento es uno de los tantos grupos que surgen luego del Concilio Vaticano II, como lo fueron los focolares o la teología de la Liberación.
Yo tengo la gracia de que hace más de 30 años que pertenezco a la renovación carismática católica pero en mi época de seminario no podía decir que lo integraba porque no se conocía el sentido profundo del movimiento ya que se daba una imagen poco ortodoxa de lo que debía ser un sacerdote”.
“Bendito sea Dios que la Iglesia se ha abierto”, destacó, sin embargo expresó que “el movimiento es reconocido en la Iglesia desde siempre, pero una cosa es hacerlo desde la palabra y otra desde los hechos”.
“Es la corriente que reúne en torno al altar a más gente”, reconoció el párroco de la localidad del Carmen pero inmediatamente aclaró que “el que sana, el que libera, el que salva es Jesucristo. Que el Señor nos haya regalado carismas de sanación, de liberación, de profecía, es bíblico, no nos tiene que extrañar pero el que sana es El, a través nuestro”.
“Somos instrumentos del Amado”, remarcó el Padre Roberto quien también enfatizó que “un matrimonio puede orar por su hijo y a través de la oración puede sanar a su hijo. No nos quedemos solamente con los sacerdotes. No sana ni el matrimonio, ni el Padre Roberto, sino Dios porque somos dóciles”.

“Un Dios que contiene”

“La gente tiene sed, tiene necesidad, pero tal vez no nos damos cuenta de eso. Tiene necesidad de un Dios vivo, que ama, no que castiga. Dios contiene, seca las lágrimas”, sostuvo.
Barchietto opinó que somos frutos de una formación catequística que era producto y parte de una época pero consideró que se debe cambiar el lenguaje y el vocabulario.
“Dios ama. Es un Dios de Amor y de Misercordia”, insistió.
Afirmó que “Jesucristo hizo de los discípulos pescadores, al igual que lo somos los obispos, los sacerdotes y los laicos. Salimos a anunciar el Evangelio, tiramos la red y pescamos. No somos agricultores, no nos quedamos con nuestra quintita”, ejemplificó.
“Dios nos mandó a predicar hasta en los confines del mundo”, resaltó.

“Hay sacerdotes extraordinarios”

“Todas las misas son de sanación”, dijo el padre Barchietto cuando DEMOCRACIA le referenció lo vivido el domingo pasado en el complejo municipal de nuestra ciudad ver aparte).
Pero agregó que “todo lo que yo hago, lo puede hacer cualquier sacerdote pero la pregunta es porqué no lo hacen” y a renglón seguido manifestó que en nuestra diócesis de Mercedes-Luján “hay sacerdotes extraordinarios, como el Padre Víctor Roncatti –quien precisamente es nativo de nuestra ciudad- y que es asesor diocesano de la Renovación. Todos los demás pueden hacer lo que hace el Padre Víctor, el Padre Roberto o el Padre Darío Betancourt, pero la pregunta es porqué no lo hacen”.
“Seguramente que el Señor regala carismas, pero yo puedo orar por un enfermo, estar junto a la comunidad. Todo depende de uno, del llamado interior que se tiene adentro. El Señor nos hizo pescadores a todos y que fuéramos a predicar el Evangelio hasta el fin del mundo”, expresó.
Pero remarcó que en el momento actual de la Iglesia, “los laicos nos tienen que dar una mano. No esperen todo del cura, porque somos pocos. Yo también me tengo que nutrir de lo que el laico me puede dar, como ciudadano, como familia, como esposos cristianos”.
Como antitesis, uno de los riesgos denunciados por el Padre Roberto de la sociedad actual es que se busca que todo sea “light”. “Mando a mi hijo a la catequesis, pero como yo, como papá o mamá no voy y sí asisto el día de la comunión”, ejemplificó.
“Buscamos lo fácil. Somos una sociedad “light”. No nos comprometemos como familia con el club, con el colegio o con la parroquia”, sentenció.

Apuntar a la sanación interior

Al preguntársele sobre qué es lo que más busca la gente que recurre al movimiento, respondió que “necesita ser escuchada y buscan, la sanación física pero se debe apuntar a la sanación interior, porque sanado lo interior se sana lo físico. El 90% de las enfermedades son psicosomáticas y el diez por ciento, físicas”.
Precisamente lamentó que “hemos perdido, como sociedad, el hábito de escuchar”.

La Virgen

“Sin el sí de María, sin su entrega y docilidad, no estaríamos haciendo esto”, señaló el Padre Barchietto al hablar de las virtudes de la Santísima Virgen a la que puso de ejemplo al decir que “nosotros podemos tener la misma docilidad, la misma entrega y la misma apertura. Dios no nos hará golpear ni lastimar. Si Dios nos pide algo, no debemos dudar nunca”.
“Hay que tener la misma respuesta que María: Sí, porque Dios nunca quiere nuestro mal, que estemos tristes, sino todo lo contrario. Que estemos bendecidos y que podamos bendecir”, enfatizó.
Otra frase en la que reseña un mensaje permanente de sus prédicas, la resaltó en la entrevista con este diario al sostener que “no hay que dudar nunca que Dios existe, que nos ama, que nos mima, que secará nuestras lágrimas, que nos quiere felices, alegres, bendecidos para que podamos bendecir a los otros. Esto es lo real”.
“Dios es tan misericordioso que aunque le demos la espalda, nos sigue amando. El siempre busca de nosotros lo bueno, cuando a veces nosotros buscamos lo malo del otro”, señaló.

Limpiar los corazones de odio

Esta es una de las frases que más caló hondo en la prédica y oración que el domingo realizó en nuestra ciudad el sacerdote y al recordarlo, reflexionó para DEMOCRACIA: “Podemos orar por complejos, remordimientos, miedos. Pero entre un cáncer y un odio, es más fácil que se cure lo primero si Dios quiere, pero lo segundo es más difícil. Hace que una persona esté destrozada interiormente y no es feliz y se enferma llegando hasta generar un malestar en el entorno propio”, señaló.

“Ser como soy”

“El discípulo no debe ser más que el Maestro”, señaló el Padre Roberto al hablar de su personalidad y su forma de vivir el sacerdocio.
“Para transmitir mi felicidad y alegría por lo que Dios me regaló, tengo que ser como soy, sin máscaras. Yo tengo que ser igual que la gente, compartiendo sus alegrías y tristezas. Yo soy pecador, no soy más que nadie”, expresó.
“Soy parte del pueblo, sacado del pueblo y vuelto al pueblo para dar. Yo no puedo valerme de mi sacerdocio para decir que soy mejor que alguien, o ser un patrón de estancia. La parroquia o la diócesis debe ser un lugar donde haya Amor”, concluyó.









En Junín y zona

El Padre Barchietto –quien el domingo presidió una celebración en el complejo deportivo municipal de nuestra ciudad donde concurrieron entre cinco mil y seis mil personas durante toda la jornada- ya había estado anteriormente en Junín, hace unos doce años atrás, cuando acompañó al Padre Darío Betancourt en una ceremonia que tuvo lugar en la cúpula del predio ferial de la Sociedad Rural, en ruta nacional 7 y camino al Parque Natural.
Una intensa y variada agenda no le permitiría estar nuevamente aquí en el transcurso del año, aunque el 22 de noviembre participará de un acto religioso en la cercana ciudad de Lincoln, donde se encuentra el Padre Johnny, integrante del movimiento, y que también estuvo en el complejo municipal deportivo “General San Martín”.
El 17 de mayo estará en Arequito, el 23 de mayo saldrá a Posadas, mientras que el 19 y 22 de mayo atenderá a gente de manera personal.

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