sábado, 25 de abril de 2009

OPINION: Y un día se quedó para siempre. Por Jorge Illuminati (desde Vedia)

A diferencia de otros lideres, que abren heridas con su liderazgo, Alfonsin pudo sanarlas en vida, y se murió en paz con su propio pueblo, que tanto lo amó y repudió en dosis dispares. Limpió y cerró esas heridas en los últimos años, y se reconcilió con el pueblo, al que nunca le hizo un reproche a pesar del giro oportunista que tenemos como un sino de nuestro propio ser los argentinos. Fueron los argentinos los que le reconocieron en vida valores ochentistas, que el espejo retrovisor de la historia reciente obviaba para recuperar los violentos setenta. Y fueron también los argentinos que en consonancia con la necrofilia que acompaña la épica resaltaron en él, el legado del dialogo, y pusieron por sobre todos, su último mensaje, “hagan primar el dialogo, no solo entre el gobierno y la oposición, sino también entre las diferentes corrientes de oposición”. Mientras tanto los medios en general, que se mueven mejor entre candidatos con marketing y presupuesto que en los laberintos de los partidos políticos, han preferido obviar su última y verdadera frase para los tiempos. “No sigan hombres, sigan ideas”.
Los argentinos despedimos a Alfonsin, en especial los radicales, con dolor pero sobre todo con el orgullo de haber compartido los ideales de la patria con el mejor de este tiempo, que a pesar de los mensajes lavados con que beneficia la muerte a los hombres, se trató de un estadista con convicciones, y con enojos, con diferencias y con una profunda fe pacifista, que tuvo que lidiar en el poder con los intereses corporativos que se habían afianzado en los años 70 con las dictaduras y el peronismo. Los contratistas del Estado, la verdadera oligarquía terrateniente de ese tiempo, el partido militar al que Luder le había prometido amnistía, los extremistas que aún hoy siguen amparándose en las entidades de derechos humanos y perseguían la venganza, la Confederación General del Trabajo, que no creyó nunca en la apertura democrática con que el progresismo de Alfonsin podía beneficiar a los trabajadores. Con todo eso sumado a la inexperiencia de un partido gobernante que en muchos casos no estuvo a la altura de las circunstancias, y una realidad económica mundial que no beneficiaba para nada, hicieron un cóctel de desestabilización permanente que Alfonsin y solo el, con su enorme convicción democrática, y su inquebrantable vocación de republicanismo hizo que se inmolara en pos de llegar a una entrega anticipada del poder en manos de otro presidente democrático.
Pero sin dudas las obras mas importantes de Alfonsin, a lo largo de su carrera política están signadas por su actuación en el llano. Desde la UCR, recuperó en el año 1972, las banderas de Intransigencia y Renovación, que ubicaban al partido en el camino del progresismo económico y el liberalismo político, con una profunda inserción en los ámbitos académicos. Así nació Renovación y Cambio, a la postre el gran transformador del escenario político de la Argentina, no solo en la UCR, sino también colaborando con la democratización y renovación del peronismo. En el año 1982, fue una voz en soledad que se opuso a la sinrazón de Malvinas, y luego en la campaña electoral de 1983, encausó al pueblo argentino a una gesta democrática sin precedentes. Ya en su gobierno, a pesar de algunas mentes trasnochadas que lo niegan, fue el único gobierno en el mundo que juzgó a las cúpulas militares que habían perpetrado los delitos más crueles en nombre de la patria. Pero también evitó baños de sangre cuando llegó a la rendición de los carapintadas en Semana Santa del año 1987, porque era un pacifista y el país venía de heridas muy profundas por la violencia.
Y después de terminado su mandato, caminó el desierto en oposición a la corriente neoliberal instaurada por Menem, durante toda la década del 90, mientras tanto en una de sus acciones políticas mas arriesgadas y quizá la mas altruista negocia con el propio Menem una reforma constitucional que de haber sido acompañado por su partido (la UCR) sin dudas hubiéramos tenido una mejor Constitución, a cambio de la reelección del presidente Menem, que como nos mostró la historia era lo único que le interesaba.
De los errores, ya se encargaron durante los últimos 20 años los detractores de un hombre justo, como catalogan a las buenas personas cuando mueren los judíos, un político que tuvo convicciones y por eso discrepaba y hasta se peleaba con mucha gente, pero siempre propugnaba por el dialogo. Siempre creyó en la democracia de partidos y en la consolidación de las instituciones como método para dirimir las pujas en la sociedad, luchó hasta los últimos días para la reunificación del radicalismo, y seguramente el, solo el, hubiera tolerado que los destructores de la democracia de partidos, los personalistas de los sellos vecinales, reivindiquen ahora su figura, cuando con su accionar, debilitan la democracia, y acrecientan los personalismos, y las autocracias, con mensajes de rencor y divisiones.
Para el final y en honor al respeto que Alfonsin, le tuvo a los peronistas, y porque junto con Balbín nos enseñaron que es estéril el antiperonismo, me tomo de las palabras que el viejo adversario Cafiero, pronunció cuando despidió al amigo en el cementerio de la Recoleta, “Alfonsin no les pertenece amigos radicales, Alfonsin es de todos.”

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