miércoles, 29 de abril de 2009

Gareca: "Nunca voy a dejar de cometer errores"


UN PERFIL BAJO. Ricardo Gareca afirma con seguridad: 'Quiero que el equipo salga siempre a ganar, eso sí lo tengo claro'.(Germán García Adrasti)
El técnico del puntero da el ejemplo y baja el perfil pero admite que Vélez es candidato al título.
Por:
Miguel Bossio
Curioso caso el de Ricardo Gareca: debe ser el único hincha de Vélez que, en estos días de festejos, hazañas y felicidades no le gusta que lo señalen como tal. Justo él, que desde chiquito adora esa V azulada que flamea en lo alto del Clausura. Justo él, que es el padre de esta criatura. Lo cierto es que el entrenador de este Vélez tan invicto como puntero no siente vergüenza por tener el corazón mirando hacia Liniers. Todo lo contrario. Pero, fiel a su perfil bajo, prefiere ganarse las devociones populares por ser buen entrenador antes que por ser fiel hincha. Y en eso anda, claro.
A las 17, tal lo pactado, un Gareca de jeans y camisa rosa de mangas largas recibe a Clarín en una agencia de autos de Rivadavia al 9.400. Es de un amigo, pero el DT hace de local ahí, entre Mercedes Benz, BMW, Smart y otras pequeñas delicias de la vida automotor. A los 51, conserva bastante de aquella melena que revoleaba en sus épocas de goleador feroz.
"Pero no me decían Tigre por el pelo, eh... En realidad, no sabría decirles quién me puso ese apodo. Surgió en las Inferiores de Boca: así como a algunos les decían Fiera, a mí me pusieron Tigre. Y Walter Nelson, cuando relataba la campaña de Sarmiento de Junín, lo popularizó. Me acostumbré tanto que, si me dicen Tigre, me doy vuelta. Pero no me creo un tigre...

Estaría bueno disfrazarte para hacer una producción fotográfica.

Ja, ni loco... Si están esperando de mí algo que escape a la medianía, olvídense. Yo soy parte de la medianía.
Lo opuesto a Caruso Lombardi...
Caruso es particular, encaja bien en esta época y eso no tiene que ver con su capacidad, que está fuera de discusión. Si van a buscar en mí alguna frase diferente, jamás. No tengo la inventiva ni la espontaneidad de otros.

El que parece afilado y con garras es tu Vélez...

Puede ser. Es aguerrido. No baja los brazos. No se entrega.

¿Y creés que juega lindo?

Para mí, lo lindo pasa por la efectividad. Los Vélez de Bianchi eran sólidos y atacaban, no te regalaban nada. El Huracán o el Independiente de Menotti también jugaban bien. Y este Vélez me gusta.

¿Al hincha de Vélez pensás que también le agrada tu equipo?

Contra Colón íbamos perdiendo 2-0 y, cuando salimos para el segundo tiempo, la hinchada nos aplaudió. La gente está recibiendo lo que quiere ver y cree en el equipo. Vélez sale a ganar. Encara bien los partidos. Juega bien al fútbol. Tiene jugadores de experiencia que recuperaron la confianza y jóvenes que saben esperar su momento.

Y tiene un técnico que...

Que actúa según lo que ve. Que respalda a este plantel. Que acierta y se equivoca. ¿Querían que dijera algo distinto? Lo digo: soy un técnico que vive cometiendo errores. Nunca voy a dejar de cometer errores. Aprendo de ellos, aunque no me guste darlos a conocer.

¿Y cuáles son los méritos de Vélez para estar ahí arriba de todo?

La regularidad y la consistencia que otros no tienen. Ojo, tenemos defectos, pero no los voy a decir.

Definí al puntero...

Es un buen equipo. Para que sea un gran equipo debe ganar algo. Por ahora es un buen equipo que puede dar mucho más.

¿Y? ¿Están para campeones?

Vamos bien y estamos tranquilos, pero me gusta ser cauteloso. Hasta ahora ganamos bien los partidos y el único que pudo habernos derrotado fue River, que fue el equipo que más nos llegó.

¿Vélez es el mejor equipo?

Es el más regular.
El 4-2 tras ir perdiendo es de esos partidos que marcan a un equipo.
Sí. En toda buena campaña hay partidos que te catapultan...

Nunca te animarías a decir que Vélez confirmó ahí que está para campeón. ¿Te cuidás de no decir esa palabra, como Carlos Bianchi?

Mirá lo que pasó el torneo pasado con San Lorenzo, que llevaba una enormidad de puntos... River se desligó de otras competencias y está a 6 puntos, como Huracán, que viene con buenas actuaciones. Está Lanús, que no afloja; Colón, que sigue cerca... Me parece inapropiado hablar de eso faltando tanto. Y si era mesurado Bianchi, ¿cómo no lo voy a ser yo?

¿Alcanza con ésto o Vélez está obligado a salir campeón?

Vélez tiene épocas. En su momento, Raúl Gamez hablaba de ganar el campeonato económico. Pero ahora, Vélez está más obligado a salir campeón que en otros torneos. Así me lo dejaron en claro cuando yo llegué. No hay excusas: todos se quisieron quedar, los refuerzos que me trajeron son de primer nivel (mérito de Bassedas) y no tuvimos ni un roce en las prácticas. Mejor, imposible...

¿Qué les dijiste a tus jugadores en el entretiempo del domingo?

Les hablé de resolver el problema con tranquilidad, sin volvernos locos. Por el lado de Cubero nos complicaban y lo reforcé con Gastón Díaz, que es un lateral de ataque y podía abrir mejor la cancha. Confiaba en darlo vuelta.
Confiabas también en tu campera deportiva negra, ésa que no te sacaste ni con 32 grados en Santa Fe.
Ya expliqué que esa campera negra que uso siempre es parte del uniforme que me da Vélez. Me cansó el saco y la corbata. Es por comodidad, no por cábala...
La sonrisa final del Tigre suena más espontánea que creíble.

Colaboró gonzalo Ordoñez Ojeda
Un soplo de aire fresco

Por: Horacio Pagani
Flaco, desgarbado, de piernas largas y con los pelos rubios llovidos sobre los hombros, así apareció en la Primera de Boca allá por 1979. Apenas pasaba los 20 años. No acertó de entrada Ricardo Gareca. Le costaba llegar al gol en un equipo que aparecía desconcertado después del exitoso ciclo del Toto Lorenzo. Y Boca lo cedió a Sarmiento de Junín para el Metropolitano de 1981. Justamente cuando con la llegada triunfal de Maradona alcanzó el título de campeón.
Pero el Flaco se había acostumbrado al gol en Junín. Y volvió a Boca. Era goleador nato. Sin lujos, sin movimientos elegantes. Pero le pegaba bien a la pelota y era astuto para definir. Por un conflicto económico en el club pidieron la libertad de acción él y Ruggeri en 1984. Hubo rechazo y se decretó una huelga de jugadores. Tras muchas discusiones, un acuerdo salomónico permitió que pasaran a River en 1985. Y quedaron como compadres. Pero a los seis meses lo contrató América de Cali.
Fue dos veces campeón. Y subcampeón de River en la Copa de 1986. Bilardo ya lo había llamado para las eliminatorias de México 86. Y fue él quién empujó aquella pelota que tras la cruzada de Passarella y el rebote en el poste, permitió el empate contra Perú y la clasificación. En el 89 volvió para jugar en Vélez, el club de sus afectos infantiles. Y estuvo hasta el 92. Pasó a Independiente y fue campeón en 1994. Su corolario como jugador. En 1995 debutó como entrenador de San Martín de Tucumán.
Y nunca dejó de trabajar en el país, en Colombia, en Perú, su última escala. La visión de Christian Bassedas, el manager, le dio una señal a la dirigencia de Vélez. Lo conocía muy bien. Como jugador y como técnico. Este era el momento para engarzar la experiencia y la afinidad con los colores queridos. Y ahí está ahora, feliz, con 30 años más pero casi con la misma pinta que en aquel debut en Boca. Y explica sus ideas futboleras con naturalidad, con seriedad y sin exageraciones dialécticas.
Su Vélez está invicto y es único puntero. Es un equipo ordenado en el que cada uno conoce su rol, con una vocación ofensiva nítida pero de la que no alardea. La rueda seguirá girando en un juego que no da garantías. Pero fue bueno el retorno silencioso de Ricardo Gareca. Como un soplo de aire fresco.

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