miércoles, 29 de abril de 2009

A 27 años de su hundimiento: El Crucero General Belgrano, símbolo de la soberanía nacional


Fue uno de los ataques más importantes que recibió el Ejército Argentino durante la Guerra de Malvinas. Allí murieron los juninenses Daniel Seitún, Alfredo Jurío y el nativo de Baigorrita Miguel Angel Soriano.


De 1093 tripulantes, sólo 770 sobrevivieron. Uno de los rescatistas que tuvo mayor protagonismo en el salvataje recuerda aquella trágica tarde del 2 mayo de 1982Ramón Segura nunca se hubiese imaginado lo que estaba pasando. Si bien los años de estudiante de enfermería en la Escuela Naval de Punta Alta lo habían preparado para cualquier conflicto bélico, esto era diferente. Era real.
Cuando un torpedo británico hizo retumbar al crucero Bouchard -uno de los dos que acompañaban al General Belgrano- él estaba intentando dormir muy cerca de la popa del barco. Pero despertó inmediatamente por el estruendo.
"Hemos sido atacados" se oía desde los parlantes entre gritos y corridas de los tripulantes. No tuvo tiempo de nada. Tomó el maletín y salió corriendo a la otra punta de la embarcación, lugar donde estaría el capitán y los soldados.
El Bouchard había sufrido un ataque submarino por parte de un Conqueror Británico. A unas pocas millas de ahí, el Crucero General Belgrano que transportaba 1093 soldados argentinos, también recibía tres ataques.
Ataques de torpedos que harían que se hundiera en menos de una hora y murieran 323 combatientes. Hoy, a 27 años de aquel suceso, Ramón Segura, uno de los enfermeros encargados del rescate, recuerda aquella expedición orgulloso de haber sido parte de la lucha por la Soberanía Nacional, mientras reivindica a sus compañeros caídos como "los verdaderos héroes de Malvinas".
"Eramos muy jóvenes- cuenta Ramón- yo recién había llegado de Luján de Cuyo, Mendoza, y tenía veinte años. Mis compañeros eran más chicos que yo. Cuando nos dijeron que había una guerra, que habían tomado las Malvinas y que necesitaban de nosotros, nos asaltó un miedo mezclado con alegría y orgullo. Enseguida nos enviaron en grupos, de tres a cada uno de los barcos. A algunos les tocó el Belgrano, a mí y a otros dos compañeros, Barrios y Segovia, nos tocó el Bouchard, a otros compañeros Cabello, Córdoba y Rodríguez el Piedra Buena".
El rescatista cuenta que cuando los mandaron a flota, estaban felices después de todo. En su cabeza resonaba la palabra "vamos a la guerra".
La experiencia era vivida con alegría porque para eso se había preparado durante tantos años. Pero hasta no haber estado en combate, no le dio relevancia a los hechos y a la crudeza que conllevaba participar en un conflicto bélico.El 1º de Mayo fue el inicio de la tragedia. El Belgrano entraría en la zona de exclusión británica: doscientas millas que cercaban la isla y que eran el embudo británico. Todo el que las traspasara sería atacado. Desde las órdenes argentinas, el crucero intentaría dar la ofensiva por esa zona.
"Nosotros sabíamos que estábamos en lugar de peligro, pero era nuestro deber. Esa noche el Capitán nos llamó a cubierta y nos dijo unas palabras de aliento que hasta el día de hoy no me las olvido: ustedes han llegado a la máxima aspiración que tiene un soldado: luchar por la soberanía nacional. A partir de este momento nuestro destino es incierto. Pero nosotros estamos acá para dar la vida por la Patrian. Esa noche todos entonaron, entre llantos y festejos silenciosos, el Himno Nacional Argentino.

"Estamos en guerra"

Recién con la entrada en la zona de exclusión, aquellos soldados argentinos se sintieron en guerra. Era una noche oscura en el sur argentino y las olas llegaban a los siete metros de altura. Muchos de los jóvenes combatientes vomitaban o tenían diarrea debido a los fuertes movimientos de la embarcación, pero el grupo de enfermería trabajaba para mantenerlos en pie.
Todo parecía tranquilo en el interior del Bouchard, la embarcación destinada a ser "la custodia" del Belgrano.
Desde el sonar y el radar no se veía ningún movimiento extraño bajo el agua. Pero un submarino británico estaba cerca, acechándolos.
"A diferencia de lo que se dice, nosotros entramos a la zona de exclusión. ibamos a atacar. El sonar nuestro detectaba varias millas, pero el Conqueror de ellos tenía mucho más alcance. Entonces podían vernos y nosotros a ellos no"- relata Segura y cuando habla se aferra al libro "1093 tripulantes" de Héctor Bonzo, el capitán del Belgrano que murió el pasado 22 del corriente mes, como protegiendo su propia historia.
Navegaron durante varias horas esperando que llegase la orden de atacar. Pero no llegaba. Unas horas más tarde, cerca del mediodía, el Jefe de Instrucción se acercó para comentarles que saldrían de la zona de peligro. Que no realizarían el ataque finalmente. El Belgrano encabezaba la vuelta; detrás el Bouchard y el Piedra Buena. Ya fuera del "cerco británico" comenzaron los ataques. A las cuatro menos cinco de la tarde atacaron al Bouchard pero sólo le rompieron el casco. Pocos minutos después, a las cuatro de la tarde, tres torpedos alcanzaron la embarcación con más cantidad de tripulantes.
Pero las olas no dejaban ver mucho.
"Estaba todo negro. Los que pudimos subimos a la cubierta superior. Pasaban horas y no veíamos nada. Un compañero dijo haber visto que lanzaban una luz blanca desde el Belgrano que significa hombre al agua pero en ese momento no logramos darnos cuenta", cuenta Ramón. Pero por precaución general y por la complejidad del clima las otras dos embarcaciones decidieron adelantarse un poco y desde allí llamar al Belgrano. Las radios nunca funcionaron. Del otro lado, la línea había sido cortada.

"El rescate"

"El 2 de mayo a la noche, ya casi en la madrugada del 3, decidimos volver. Nosotros no teníamos nada para hacerle frente al Conqueror, pero teníamos que rescatar a nuestros compañeros" . Ramón Segura recuerda los hechos como si hubiesen sido ayer.
Su relato de los hechos, de los rostros de sus compañeros, la descripción del mar es tan detallada que dibuja perfectamente una parte de la historia de nuestro país.
Mientras se iniciaban las tareas de rescate, el comandante del Belgrano decidió dar la orden de abandonar el barco. Para ellos se lanzaron setenta balsas autoinflables, que podían contener veinte hombres cada una. Algunos botes, sin embargo, llevaban más de treinta soldados. El viento se levantaba y el clima empeoraba haciendo crecer más a las olas. El Belgrano se dio vuelta y se hundió una hora después de haber sido tocado.
El Bouchard rescató a 79 tripulantes porque tenía un problema con el motor y no podían detenerlo. Casi no levantó muertos. Estos eran rescatados por el Piedra Buena.
"Cuando los sacábamos del agua estaban todos llenos de petróleo. Nosotros los bañamos con agua tibia y les dábamos ropa. Medíamos la cantidad de muertos por el movimiento de la balsa. Si de cerca no se veía una mano moviéndose era porque no habían sobrevivido. Y era así: en donde hubiese pocos tripulantes, la muerte era segura. Pero donde eran muchos no, porque se daban calor", Ramón se emociona y confirma que la necesidad de corroborar si los amigos, los compañeros estaban vivos, era la constante. Todo pasaba muy rápido. El barco no podía estacionarse. Los amigos no llegaban.
Después las embarcaciones fueron a Ushuaia. A los soldados con heridas de mayor gravedad se los mandó a Capital Federal. Los otros se quedaron en la isla. Después del reconocimiento de cuerpos, el Bouchard volvió al mar para comenzar con sus tareas de patrullaje en el sur de la Isla de los Estados hasta el mes de julio.
"Malvinas hoy""¿Cómo imaginar un después de Malvinas?", Ramón se pregunta mientras señala la dedicatoria que su compañero de guerra, Juan Carlos Heinze, le dejó en un libro: "El destino nos unió en una situación límite de nuestras vidas, hoy nos une una hermosa amistad".
Luego de volver a tierra firme en Julio de 1982, Ramón Segura fue trasladado al Hospital Naval de Río Santiago hasta el año 1991 cuando renunció. Después de desarrollar una vasta carrera como enfermero, hoy se desempeña en el Hospital Neuropsiquiátrico Melchor Romero. "Los verdaderos héroes de Malvinas son los 323 que murieron aquella tarde del 2 de mayo", asegura sin titubear. "Después de la guerra, sin dudas, quedan muchos silencios. Por eso hoy debemos recordarlos. Porque fue el ataque más fuerte que sufrió el ejército Argentino".
Mientras se prepara para asistir al acto oficial, que este sábado tendrá lugar en el Hospital Naval Pedro Mayo en Capital Federal, esboza su deseo para conmemorar la fecha: "Desde chico siento que Las Malvinas son argentinas y yo estoy orgulloso de haber dado esa lucha. Pero tengo el dolor de que son inglesas, de no tenerlas. Entonces, creo que lo mejor que podemos hacer en estas fechas es recordar a los muertos".

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