domingo, 17 de mayo de 2009

Ahora dicen que la adolescencia se extiende hasta los 25 años

La OMS prolongó 6 años el período adolescente. Qué dicen los especialistas


Algunos están de novio pero no piensan en formar una familia. Estudian pero no tienen apuro en recibirse. O viven con sus padres después de recibidos pero tampoco están ansiosos por tener su techo propio. Lo que hasta hace poco los especialistas solían llamar "adolescencia tardía", ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de definir directamente como adolescencia, al menos en el caso de los menores de 25. ¿Cómo? Pese a que históricamente este organismo internacional limitaba este período entre los 12 y 19 años, ahora muchos de sus especialistas sostienen que esta etapa de la vida se prolonga hasta los 25 años.
"La adolescencia está ligada a los factores culturales -explica el sociólogo Ricardo Esteffani-, lo que significa que no se le puede poner una edad límite porque la condición de juventud no es uniforme y varía de acuerdo al grupo social que se considere. Lo que dicen los especialistas de la OMS es lógico porque responde a los cambios sociales de estas últimas décadas, en la que los jóvenes suelen demorar sus responsabilidades de adultos y eligen irse a vivir solos de más grandes o, por ejemplo, casarse cuando ya pasaron los 30".
La OMS estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente, en tanto que el 85% de ellos vive en países pobres o de ingresos medios y alrededor de 1.7 millones de ellos mueren al año. Hasta ahora, es bueno recordar, la OMS definía la adolescencia como la etapa que va entre los 11 y 19 años, considerándose dos fases: la adolescencia temprana 12 a 14 años y la adolescencia tardía 15 a 19 años.
"Hoy en día la realidad marca otra cosa -sostiene Esteffani-. A diferencia de la generación de sus padres, que entraron en la etapa adolescente en los años sesenta, los chicos de ahora dejaron de ser niños en una sociedad que se volvió mucho más compleja e incierta. Son cambios que influyen, que marcan. Pensemos que se trata de hijos que fueron testigos de todas las crisis: la de la familia, la de los valores y hasta la económica. Los adolescentes actuales incorporan la realidad de un modo distinto, acaso con más temores y menos expectativas que sus generaciones anteriores, y entonces no es ilógico que se planteen no apurarse a crecer o a asumir responsabilidades de adultos".
Una mirada similar sobre la cuestión es la que plantea Laura Mariani, psicóloga especializada en adolescencia y familia. Según su criterio, "no hay dudas de que el tiempo para elaborar la adultez se ha ido dilatando y el síndrome de Peter Pan revolotea en el mundo entero posándose especialmente en los hogares de clase media, donde las presiones no pasan tanto por las carencias de la comida cotidiana ni por el afán de poder".
De acuerdo a la especialista, el intenso proceso en el que el adolescente pasa a ser dependiente de sus padres a consolidar su autonomía como adulto se vuelve en la actualidad "más lento debido a que el joven no encuentra en el mundo relevos identificatorios. La crisis de valores hace que para el joven este proceso de cambio se torne más incierto. Y no es algo que le ocurre sólo a los chicos: los padres también contribuyen a demorar este proceso que va de la adolescencia a la madurez".
Desde el punto de vista psicológico, sin embargo, la explicación no se agota aquí: en la Asociación Psicoanalítica Argentina no son pocos los que hablan de cierto "interjuego generacional entre padres e hijos de detención del tiempo", alg que, palabras más palabras menos, los propios profesionales se encargan de explicar así: "es como sí ambos quisieran perdurar un poco más como padres de hijos dependientes y como hijos dependientes de esos padres".
Es más: contrariando incluso a los parámetros que establece la OMS, no son pocos los especialistas para los cuales la edad de la adolescencia puede llegar hasta los 34 años, y están quienes afirman que la adolescencia será en pocos años un término obsoleto, pues el límite tiende a extenderse años tras año.
Según señalan los expertos, otra de las cuestiones que explican este fenómeno tiene que ver con la incertidumbre que genera el mundo actual. La falta de trabajo, la reducción de personal, los ataques terroristas, la falta de liderazgo o las crisis de los grandes relatos, provoca que quienes dejan la niñez continúen temiendo enfrentar un mundo incierto.
Así, los nuevos jóvenes encuentran cada vez más difícil definir su identidad, -una de las bases de la adolescencia- en un mundo que también parece adolecer, con líderes y padres adolescentes. "La permanencia en la casa es entonces un refugio que los cobija no sólo de los problemas económicos -aporta Estaffani-, sino que también los protege de un mundo exterior incierto, al cual esperan ir integrándose de una forma más armónica, para que recién cuando realmente se sientan adultos, tomen la responsabilidad de hacerse cargo de su vida y la de los demás, dentro de un mundo complejo y en constante cambio".
Teoría al margen, los números también aportan algo: según el Indec, de algo más de 13 millones de personas que habitan en hogares multifamiliares de la provincia de Buenos Aires, cerca de 734 mil son hijos de entre 25 y 44 años. Dentro de ese universo que palpita entre cuatro paredes, 404 mil son varones y casi 330 mil, mujeres (Ver Los datos...)
Catalina Wainerman, socióloga e investigadora del Conicet, estudió el tema a nivel estadístico y llegó a conclusiones interesantes: "en los años 60 y 70 eran muchos los padres y las madres de los sectores medios que lamentaban que sus hijos se fueran a vivir solos a poco de cumplir los 23 o 24 años. Esos padres recordaban sus propios 20 años, cuando los jóvenes dejaban el hogar paterno del brazo de sus maridos y esposas. Hoy, en los mismos sectores sociales, no son pocos los padres y madres que se preguntan cuándo se irán estos hijos dependientes que, pasados los veinte y no tan lejos de cumplir los treinta, siguen viviendo en casa, con comportamientos de adolescentes y apetencias de adultos".
Para la investigadora del Conicet, más allá de lo que establezca la OMS, hay algo que está claro: "la juventud de hoy parece interminable -dice-. La etapa de la vida que sigue a la adolescencia se ha alargado. En estos, como en otros cambios sociales, la Argentina sigue tendencias que ya se detectaron desde hace unas décadas en los Estados Unidos, Francia y otros países desarrollados".

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